viernes, agosto 10, 2007

Quiero volver a confiar

Hace algunas semanas atrás, recibí en mi correo uno de estos tantos escritos que circulan por la red y excepcionalmente éste lo encontré tan profundo, tan actual y tan extraordinario, que pensé compartirlo con más gente y es por ello que lo publico en mi página. Por lo tanto advierto que no es de mi propiedad intelectual pero sí que me identifica plenamente. No sé si será porque uno ya está entrando a la juventud de la vejez o si, como podrían decir algunos, que soy muy enchapado a la antigua o simplemente que soy un reaccionario de......O a lo mejor porque uno ya es de otro mundo y éste ya no me representa.
Que quede al criterio de cada uno. El texto es el siguiente:

Fui criado con principios morales comunes. Cuando era niño, madres, padres, profesores, abuelos, tíos, vecinos, eran autoridades dignas de respeto y consideración. Cuanto más próximos o más viejos, más afecto. Inimaginable responder malcriadamente a los más ancianos ni a maestros o autoridades. Confiábamos en los adultos porque todos eran padres, madres, o familiares de todos los chicos de la cuadra, del barrio, de la ciudad...
Teníamos miedo apenas de lo oscuro, de las culebras, de películas de terror.
Hoy me dio una tristeza infinita por todo lo que perdimos. Por todo lo que mis nietos un día temerán. Por el miedo en la mirada de los niños, jóvenes, adultos y viejos.
Derechos humanos para los criminales, deberes ilimitados para ciudadanos honestos. No tomar ventaja es ser lento. Pagar las deudas es ser tonto. Amnistía para los estafadores.
¿Qué pasó con nosotros? Profesores maltratados en las aulas, comerciantes amenazados por traficantes, rejas en nuestras ventanas y puertas.
¿Qué valores son éstos? Autos que valen más que abrazos, hijos que quieren regalos para pasar de año. Celulares en mochilas de los recién salidos de los pañales. ¿Qué vas a querer a cambio de un abrazo? Más vale un Armani que un diploma. Más vale una pantalla gigante que una conversación. Más vale un maquillaje que un helado. Más vale parecer que ser.
¿Cuándo fue que todo desapareció o se hizo ridículo? ¡Quiero sacar las rejas de mi ventana para tocar las flores! Quiero sentarme en la vereda y tener la puerta abierta en las noches de verano. Quiero la honestidad como motivo de orgullo. Quiero la vergüenza y la solidaridad. Quiero la rectitud de carácter, la cara limpia y la mirada a los ojos. Quiero la esperanza, la alegría, la confianza, la fe. Quiero callar la boca a quien dice:"es de nivel" al hablar de una persona. Abajo el "tener", viva el "ser". Y viva el retorno de la verdadera vida, simple como la lluvia, limpia como un cielo de abril, leve como la brisa de la mañana. Y definitivamente común, como yo.
Adoro mi mundo simple y común. Tener el amor. la caridad, la solidaridad como base. La indignación frente a la falta de ética, de moral, de respeto. ¿Vamos a volver a ser gente?
Construir un mundo mejor, más justo, donde las personas respeten a las personas.
¿Utopía? ¿No... Si? Quien sabe. Al menos hagamos el intento.

Hasta ahí el texto.

Me trae a la memoria un poco las historias de nuestro más grande humorista. No, más que humorista, un sociólogo como el que más: el Coco Legrand. Que, si no se han dado cuenta algunos, entre cuento y cuento y con sus garabatos de por medio, recuerda el pasado mejor, cuando con la vida más simple de antaño, esa juventud lo pasábamos el descueve jugando con juguetes de palo, con trompos, bicicletas, las bochitas, etc.
Creo que todo esto da mucho que pensar. Y si podemos aportar cada uno con un pequeño granito de arena, a lo mejor nos podríamos acercar a una vida más auténtica, más pura, más sincera.
Hagamos el intento.